miércoles, 21 de noviembre de 2012

EMPUÑANDO EL LÁPIZ. Estudiantes, juventud y revolución



Por Isaac Morales Fernández
Son aves que no se asustan
Violeta Parra

Es en medio de las luchas revolucionarias que los jóvenes y estudiantes han escrito las victoriosas páginas de la historia necesaria. Desde y gracias a José Félix Ribas lo tenemos clarísimo. Así, Violeta Parra les cantó: “¡Me gustan los estudiantes!”, “pajarillos libertarios”. Y Salvador Allende proclamó un axioma indiscutible: “Ser joven y no ser revolucionario es una contradicción hasta biológica”. Tales aseveraciones hallan un ejemplo excelente en las acciones que dieron lugar a que en Venezuela se celebre cada 21 de noviembre el Día del Estudiante Universitaria.En 1957, Marcos Pérez Jiménez, uno de los más célebres gorilas anti-libertarios latinoamericanos, protegido por Estados Unidos, y que ascendió al poder a fuerza de golpes de estado, traiciones y otras múltiples fechorías que son bien conocidas, llamó a un manido e improvisado plebiscito, bajo reglas creadas intencionalmente para la ocasión, buscando desesperadamente prolongarse en el poder. Su gobierno estuvo marcado por la manía de grandeza, proyectada hacia grandes obras arquitectónicas de visión estadounidense (todas en Caracas), un servilismo pro-gringo que atentaba contra la independencia económica venezolana, y una durísima represión contra la libertad de expresión y opinión pública en todas sus formas: intelectuales, prensa, radio, partidos políticos, movimientos estudiantiles, etc.

Ante esta situación insoportable, el 21 de noviembre de ese mismo año una enorme masa estudiantil de varios liceos y universidades, mayormente del oeste de Caracas, iniciaron una huelga, como consecuencia de una serie de acciones de calle y repartición de volantes agitativos en protesta contra el régimen autoritario de Pérez Jiménez. El centro de las acciones se llevó a cabo en la Universidad Central de Venezuela, y allí los cuerpos represivos de la Seguridad Nacional encarcelaron a varios jóvenes y ordenó el cierre de este y otros centros de educación superior.

Las exigencias de los estudiantes de entonces no era sólo por meras reivindicaciones, sino principalmente en contra de la agresiva represión policial y militar, en contra de la ausencia total de libertad de expresión, del silencio cómplice de algunos medios impresos, en rechazo a la cantidad innumerable de prisioneros políticos, a la ilegalización por decreto presidencial de todos los partidos políticos y al apoyo que estaba dando Pérez Jiménez a la invasión yanqui sobre Guatemala.

Y así, empuñando el lápiz, de a miles, seguidos por todo un pueblo, y no con un irrisorio centenar de manos blancas, ayudaron a derrocar una verdadera dictadura de derecha, de esas que tanto gustaban al macartismo eisenhoweriano.

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